Diego Alejandro Borbón Rodríguez*

¿Qué significa el tiempo? O mejor, ¿por qué debería importarnos? Para Albert Einstein era vital repensar y redefinir el concepto intuitivo y psicológico de espacio y de tiempo1. Einstein llegó a la conclusión de que el espacio y el tiempo no pueden tener una naturaleza absoluta o ser igual para todos; es relativo. El tiempo no es lineal, ni obedece a la existencia de un pasado, un solo presente y un futuro desconocido para todos. De este modo, el “ahora” y la “simultaneidad” pierden su significado y no es posible entender el espacio y el tiempo de manera independiente2. Hay distintos “ahoras” y estos dependen del espacio, a su vez que el tiempo no es el mismo a una gran velocidad, al estar quietos, o cerca de un agujero negro.

Lo cierto es que, como reafirma Stephen Hawking, la teoría de la relatividad acabó con la idea de un tiempo absoluto3. Incluso, Hawking, desarrollando varias ideas e hipótesis, planteó la posibilidad de los viajes en el tiempo4. Ahora bien, una teoría nos explica que esto sería posible siempre y cuando, mientras el viajero estuviera en el pasado, no matara a su tatarabuelo o realizara cualquier otra acción que entrara en conflicto con su situación actual, y sólo entonces se podría pensar que sería viable viajar en el tiempo, esta es la hipótesis de las historias consistentes. Según Hawking, podríamos ser capaces de predecir lo que él o la viajera en el tiempo haría porque sería parte de la historia registrada. Así, en esa situación, el viajero del tiempo no tendría libertad de hacer lo que quisiera por lo que podría decirse que la libertad es en cualquier caso una ilusión5.

Por otra parte, Javier Santaolalla, PhD en física de partículas, ofrece otra posible interpretación de las implicaciones de las teorías de Einstein sobre la relatividad en el libre albedrío:

Lo cierto es que la velocidad es un parámetro que trastoca el orden temporal de los sucesos en el universo. El cambio que hace Einstein en las ecuaciones y en la percepción del tiempo, genera esta ruptura de la simultaneidad. Si no hay simultaneidad, ¿Cuál es el ahora? ¿El mío o el tuyo? ¿Por qué tu ahora es mejor que el mío? La única forma de entender que dos personas tengan distintos ahoras, es que todo ya ha ocurrido y simplemente estamos percibiendo ahoras que son cortes diferentes del todo. El ahora no existe. Si el tiempo es una ilusión, y la historia ya ha pasado, como consecuencia, el libre albedrío es también una ilusión6.

Distintas teorías sobre la realidad y el tiempo nos presentan con posibilidades tales como que estemos viviendo una simulación, o que, como todo ya ha ocurrido, es perfectamente posible que estemos muertos. Si bien estas son sólo teorías – por lo menos interesantísimas – lo cierto es que el tiempo sí existe, pero vinculado al espacio y muy lejos del concepto intuitivo del tiempo y de la simultaneidad.

Para ahondar un poco más en la idea de que todo ya ocurrió o de que estamos determinados por factores biológicos, psicológicos y sociales, piense por un momento en la vida de una persona como si se tratase de una película. Usted tendría el poder de repetir o adelantar esta película; podría ver el nacimiento o la muerte de la persona, eventos determinantes para su vida o incluso presenciar el momento que él entiende como su ahora. Desde fuera, usted podría saber todo lo que va a suceder y al repetir la película, la historia sería exactamente igual; mientras que la persona dentro sentiría que está viviendo con normalidad y tomando sus decisiones libremente. En otras palabras, la persona pensará, opinará, dirá, hará etc. exactamente lo mismo sin importar cuántas veces usted repita la película, lo cual resuena con una de las reglas fundamentales del método científico: reproducir un experimento bajo las mismas condiciones producirá el mismo resultado.

Ahora, imagine que la película trata sobre alguien que ha cometido un delito (de la gravedad que usted quiera). Piense qué sucedería si repite la película varias veces, es decir, el sujeto tendría las mismas experiencias de vida; por ejemplo, los padres no le enseñaron a aprender de sus errores, fue maltratado en la infancia, tuvo algún trauma, vivió en condiciones de pobreza, aprendió la subcultura de una pandilla, aprendió los beneficios de sobornar o utilizar indebidamente influencias. ¿Cuál será el resultado? La persona terminará inevitablemente calumniando, hurtando, asesinando, violando, apropiándose del erario, o cualquier tipo penal en el que haya incurrido. A partir de esto, se puede comenzar a dilucidar que son las circunstancias biológicas y ambientales las que determinan la naturaleza del comportamiento humano. Las acciones de todo ser humano están determinadas a ocurrir de una sola forma; bajo las mismas condiciones biológicas y ambientales, el ser humano que mató, violó y hurtó no podía haber actuado de manera distinta.

El reconocido psiquiatra e internista, George L. Engel, con su modelo biopsicosocial7, relaciona la importancia que tienen en el ser humano los factores biológicos, como la genética; los psicológicos, como emociones y pensamientos; y sociales, como el nivel de educación, pobreza y oportunidades8. Entiéndase que, cuando se hace referencia a lo biológico, significa que confluyen factores genéticos, epigenéticos, estructurales, funcionales de su cerebro, entre otros. Al reinterpretar el modelo de Engel, podemos toparnos con lo siguiente: usted es su cerebro y cómo éste reacciona al ambiente. Al final, toda su vida estaba objetivamente destinada a suceder exactamente como sucedió; todo el curso de su historia estaba determinada a ocurrir de esa manera y no otra. La naturaleza del comportamiento humano no es más que su cerebro realizando acciones por procesos químicos, físicos, eléctricos automáticos y reaccionando a estímulos ambientales.

Por lo menos desde 1983, las ciencias han avanzado a tal punto de poner en duda la existencia del llamado libre albedrío. El neurólogo estadounidense, Benjamin Libet, fue el pionero en realizar investigaciones en esta materia. Publicó varios artículos sobre la electrofisiología de la volición y la conciencia. Su conclusión: los procesos cerebrales de actos voluntarios se inician de manera inconsciente; la consciencia de haber tomado una determinada decisión vendría a ser un resultado posterior9. Incluso, desde el 2008, con investigaciones que utilizaron las tecnologías de Resonancia Magnética, encontraron la posibilidad de predecir hasta 10 segundos antes, cuál será la decisión que tomará una persona, incluso antes de que sea “consciente” que la tomará10. Hoy, se puede predecir hasta 20 segundos antes cuál será la decisión que un ser humano tomará antes que la conciencia juegue rol alguno11. En otras palabras, como diría el Dr. Michael Gazzaniga: “la mente consciente da sentido y explicación a posteriori a nuestras conductas generadas inconscientemente, creando una narrativa plausible sobre lo que hemos hecho y por qué”12. Es decir, la experiencia subjetiva donde usted cree que está en control de su vida y de sus decisiones, no es más que un espejismo; una ilusión que crea su propio cerebro para darle una explicación a todas las decisiones y acciones que provienen de procesos automáticos sobre los que usted no tiene control alguno. La conciencia, el libre albedrío y la “toma de decisiones” no es más que un maravilloso e intrigante engaño de su encéfalo.

Tanto usted, como yo, no somos más que la realidad física, química y eléctrica de nuestro cerebro. La conciencia no existe, así como los actos volitivos tampoco. Esta perspectiva que comparto, denominada usualmente materialista, nos dice, en resumen, que nuestra mente es nuestro encéfalo. El psicólogo estadounidense Paul Bloom explica esta teoría: no solo no tenemos almas, sino que tal vez no existan las almas, o, dicho de otra manera, no existe la vida mental separada del cuerpo. Tú, tus recuerdos, tu voluntad, lo que sea que te haga ser tú, es tu cerebro físico y cuando tu cerebro físico desaparezca,  también lo harás13.

La conclusión a la cual quiero llegar es a transmitir la opinión de que existen múltiples argumentos desde varias disciplinas científicas, para dudar de la existencia del libre albedrío. Si esto es así, el fundamento filosófico de la culpabilidad penal se destruye. ¿Es posible reprochar un comportamiento determinado que no podía ser distinto? Si el delito es típico, antijurídico y culpable, ¿Puede crearse una nueva teoría del delito que sobreviva sin el elemento de reproche jurídico a decisiones libres?

Lo cierto es que no existen verdades absolutas, pero esta es una invitación para todo abogado, especialmente el penalista, a investigar en los avances y explicaciones que la ciencia plantea sobre la realidad, el tiempo, las decisiones, la mente humana y demás interesantísimos temas.

La física nos puede llevar a plantear no solo la relatividad del espacio-tiempo, que elimina el concepto intuitivo y psicológico de un tiempo lineal y absoluto. Pero aún no se ha resuelto la cuestión de: ¿Qué es la realidad física?14. Perfectamente podríamos estar muertos o en una simulación computarizada. Por otra parte, la psicología y las neurociencias nos plantean serios debates sobre la naturaleza del comportamiento humano. ¿Existe la conciencia? ¿el libre albedrío? ¿la voluntad? Todos estos temas no solo ponen en serios aprietos a la dogmática jurídico penal clásica, sino que nos invitan a replantear desde los cimientos la filosofía de las sociedades modernas.

Permítaseme corregir el título de este artículo de opinión: El libre albedrío no existe… y quizás el concepto intuitivo del tiempo tampoco”.

Citas

EINSTEIN, Albert. Sobre la teoría de la relatividad especial y general. 1916.

Ibid. Einstein 1916.

HAWKING, Stephen. Historia del Tiempo: Del Big Bang a los Agujeros Negros. 1988.

Ibid, Hawking. 1988

Ibid, Hawking. 1988

Es posible que ya estemos todos muertos: el tiempo no existe | Física Cuántica en The Wild Project.

ENGEL, George. The Need for a New Medical Model: A Challenge for Biomedicine. Science, New Series, Vol. 196, No. 4286 (Apr. 8, 1977).

BORRELL, Francesc. El modelo biopsicosocial en evolución. Med Clin (Barc) 2002;119(5):175-9.

LIBET, Benjamin. Unconscious cerebral initiative and the role of conscious will in voluntary action.

10 SOON; et al. Unconscious determinants of free decisions in the human brain. 2008.

11 PURVES; et al. Neurociencia. Capítulo 32 pensar, planear y decidir. 2018.

12 Michael Gazzaniga, citado en ¿Por qué hacemos lo que hacemos? El poder del inconsciente. Libro de John Bargh

13 BLOOM, Paul. The Brain. Introduction to Psychology. Coursera. Cursiva por fuera del texto.

14 PENROSE, Roger. El camino a la realidad. 2007.

#YoEscriboYoLeoDerecho

* Estudiante de Derecho y Psicología. Monitor del Centro de Investigación en Política Criminal de la Universidad Externado de Colombia. Acreedor de varios reconocimientos académicos, entre ellos, Matrícula de Honor por promedio y Beca por mejor proceso de admisión de la facultad de Derecho. Diplomado en Teoría del Delito, Derecho Probatorio, Psicología Forense y Construcción de Paz. Curso en Neurociencia Médica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Duke.

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